Vino y fruta.

…En la habitación se escuchaba una música melódica; la ventana abierta…, por donde la brisa circulaba libre moviendo a su paso la fina cortina, la cual con bellos movimientos dejaba pasar la claridad, acompañada de algunos rayos de sol no muy intensos dando una luz de color dorado con sensación de un calor acogedor. No había adornos, no había muebles solo aquel tablero preparado para la gran partida, que ambos se habían retado un tiempo atrás sin saber a ciencia cierta si ese día llegaría…
Una mesa, dos sillas, sentados uno enfrente del otro…¡expectantes! mirándose a los ojos con las fichas en la mano…¡era complicado! …Se habían tirado muchos faroles, habían apostado muy alto a sabiendas de que ninguno de los dos iba a perder nada pues nada apostaban, solo palabras, risas y mucha ironía y ahora todo eso estaba en cada una de las cabezas,…rondando…, reconociendo que se habían sobrevalorado porque jamás pensaron ni siquiera en conocerse mucho menos jugar esa partida, ¡…los dos pensaban…! Ninguno lo decía…, quizá por la certeza que ahora ya de nada servirían los engaños, ahora era momento de mostrar las cartas, ¡demostrar quién apostaba más alto…! ¡Quién movía ficha primero! ¡Ambos habían estado tirando a matar y ahora ni siquiera se atrevían a rozarse por temor a encontrarse fuera de lugar, se sabían las reglas pero no osaban nombrarlas, el nerviosismo era evidente… ¡la excitación crecía a medida que los segundos pasaban!, trababan de disimularlo con temas sin mayor interés y risas más o menos acorde con las palabras que tan medidas y pensadas se decían… ¡todo era valido! El caso era encontrar el momento apropiado para mover primero…conocer el juego del contrario, de sobra sabido que en la primera tirada, un buen jugador sabe que la suerte está echada…
La duda radicaba en cuál de los dos era el mejor jugador…
¡Se arriesgó…! ¡No pudo aguantar más, fue él quien se atrevió a mover…! cogió la botella como si de un ritual se tratara y llenó las dos copas de vino mirándola a los ojos, intentando hacerle ver que estaba del todo seguro de sí mísmo, se levantó despacio…, solemne, con las dos copas, le ofreció a ella una…, al tiempo que lucía una sonrisa gloriosa (¡había movido ficha! ¡Él sería el ganador!), ella tomó la copa despacio, con otra sonrisa y triunfal pensaba: (¡¡por fin!! ¡¡Meses me costó esta copa de vino desde que decidí conquistarle para una sola partida!!).
…de la mesa se iban cayendo las frutas que les observaban desde que habían entrado por la puerta… ¡no les importaba!, sabían que cuando una partida iba a ser muy reñida ellas siempre acababan por el suelo….