A mi querida tía.

¡¡Hay días en que te extraño tanto…!!
Nuestras vidas nunca estuvieron muy unidas, físicamente casi siempre hemos estado separadas, sin embargo fue la relación más confortable, grande y llena que jamás llegue a tener con nadie.
…Y hoy es uno de esos tristes días que tanto te echo de menos!¡ Como duele ver tu cara y sentir que nunca más la podré tocar, nunca más podré peinar tus blancas canas y hacerte la manicura que tanto te agradaba…!¡a pintarte las uñas casi a la fuerza! una fuerza de risas y palabras agradables que terminaban en triunfo mío y un: “¿¡para que querré yo las uñas pintadas si no puedo ni andar…, menos salir a lucirlas!?”.
Me cuesta escribir sobre las fantásticas histórias que me contabas, las letras se amontonan…, la pantalla que tengo en frente no tiene una hoja en blanco como yo querría, tiene tus palabras sobre las que yo tecleo…,¡se me amontonan…! me cuesta separarlas, ¡como los recuerdos! ¡Son tantos que no caben en mi cabeza y un pesar de nostalgia me envuelve sin manera de poder evitarlo, porque los sentimientos que por ti tengo casi no me dejan espacio para respirar…
Supongo que lo entenderás…, o quiero suponerlo, ¡pues tu fe era muy grande! aunque en alguna ocasión me confesaras que dudabas…, pues después de una vida rezando, tu Dios no sólo no te dio respiro con tus males y desgracias sino que ni caso te hacía…, no sé…, querida tía…, como sabes yo nunca fui creyente, aunque sabes que respetaba tu fe.
Supongo que también me estarás viendo, que alguna cosa tu Dios te habrá concedido…, de modo que no tengo que decirte que te quise y te sigo queriendo más que a nadie…, ya lo sabes, no necesito decírtelo ahora que ya no estás, ¡tampoco necesité demostrártelo…! ¡Ya lo sabías, ambas siempre supimos que este amor era mutuo!
¡¡…y me llaman rara porque me parezco a ti…!! ¡¡Para mí el mayor orgullo de esta vida!! Para ellos un contratiempo, pues siempre fuimos dos para apoyarnos y hacer fuerza… y también para defendernos.
Y cuando tu Dios decidió llevarte no te fuiste sin despedirte de mí, ni siquiera cuando corriendo llegué al hospital y en la puerta me aseguraron que nada se podía hacer por ti…,¡ni siquiera cuando al entrar te vi, allí inerte…! creí morirme contigo cuando la médica no se aclaraba y me dijo que estabas en estado de coma y que ya no volverías…!
¡¡…te miré de lejos y creí ver visiones al ver tus ojos mirándome!! ¡¡ La médica no daba crédito, pero yo sentí que no te irías sin despedirte…!!
Toda la tarde tuviste mis risas y mis caricias…
¡Tanto me querías…! ¡Como para desafiar a los pronósticos médicos y familiares!
En medio del dolor que tu perdida me produce te agradezco que la última persona de tu sangre que hayas visto haya sido yo…, que me hayas acompañado toda una tarde mirándome… y queriéndome!!