Juegos prohibidos.

Entré en el bar y te vi…, me estabas esperando, habíamos quedado en ese extraño lugar, donde la niebla casi no permitía ver la mesa de al lado; me acerque rápido, tenía mucha prisa, pues mi enemigo no me daba tregua…, llegue hasta tu mesa pero…, no estabas sólo, estabas con una bella mujer de unos preciosos ojos azules que me miraron sorprendidos por algo que posiblemente intuían, pero no sabían…, me sentí demasiado observaba y centré la atención en mi problema presente, ya me preocuparía del futuro si algún día había un futuro para preocuparse…
Después de las oportunas presentaciones, me apresuré en pedirte ayuda….,te puse al corriente, y vi tus dudas sobre el tema; me alegré de que tuvieras experiencia en estos casos extremadamente raros y difíciles de evaluar, precisamente por eso sólo podía confiar en ti, ¡solo tú podrías ayudarme…!¡ nadie más que tu se creería que un ser de humo pretendía matarme!,… si bien ese ya era un tema como para ocupar toda mi mente no dejaba de pensar en todo momento que ella nos estaba observando desde la mesa…
Me ausente un minuto de tu lado y aprovechando mi descuido por haberme alejado de tu protección el ser de humo me atacó; aunque peleaba con todas mis fuerzas sabía que no le podría vencer…!, ¡solo tú podrías destruirle aunque apenas lo recordaras!!!
Desesperada y agotada ¡Me desmayé!
Cuando desperté…, te vi…, comentabas con el resto de la gente, que no había peligro, porque los seres de humo hacía años que se habían extinguido…,¡¡ pero si estaba…!! Le estaba viendo entre la niebla, al otro lado del bar con una sonrisa de triunfo, pues había conseguido que ni tu ni nadie me creyera por lo tanto él podría seguir existiendo…
Con la fuerza de la desesperación me levanté del suelo, grité tu nombre y te sujeté la mano con fuerza…, la suficiente como para que te centraras solamente en mi voz, te miré a los ojos sin soltarte la mano y te dije que estaba allí…, lo señalé..!,…lo miraste…, en tus ojos vi una interrogación, como era posible? Si tú mismo los habías aniquilado…! de modo que apreté más tu mano y te grité “creerme”, ¡…y me creíste…! ¡¡Y así el ser de humo se esfumó!!
Sin soltar tu mano de di las gracias y sin dejar de mirarte te dije adiós…, tampoco ella dejó de mirarnos en ningún momento…, y sin embargo ya no me importaba su mirada…solo pensaba en la tuya.