El sabor de sus besos.

Siempre había deseado conocer el sabor de sus besos; divagaba con largos abrazos rodeados de ternuras sin fin; pero se quedaban en fantasías inacabadas porque es imposible conocer la sensación de las caricias que nunca se han dado ni de los besos que jamás se han recibido.

Ese hombre la había cautivado desde el día que le conoció. Desde hacía mucho tiempo sus ilusiones eran iluminadas por los destellos que él sin darse cuenta iba soltando a su paso. Ella lo soñaba y él la ignoraba…

Un día decidió contarle sus sentimientos y así lo hizo. Él la escucho y sutilmente la rechazo, pero le rogó que no se fuera de su vida que le gustaría que su amistad continuara porque la apreciaba y sería muy doloroso perderla.

Aceptó, necesitaba quedarse a su lado, pero no le lloró. Consideró que no se llora la perdida de alguien al que nunca se ha tenido. Los destellos poco a poco se fueron esfumando por falta de ilusiones, solo quedaban realidades. Los sueños de disiparon y tuvo que reconocer que había sido un error enamorarse de alguien que nunca la había mirado mas allá del afecto.

Dos años después él le confesaba que la amaba, que ahora estaba seguro de sus sentimientos y le suplicaba que le aceptara. Ella le aceptó… Al fin siempre quiso conocer el sabor de sus besos. Pero el tiempo pasa y las situaciones cambian, las indecisiones acaban con muchas esperanzas y ahora comprobaba que aquellos besos tan deseados habían sido más dulces cuando solo eran soñados.

Ya era tarde. En un punto del camino sus vidas se habían cruzado y por algún motivo no se habían reconocido. Ni él podía recobrarla en el pasado ni ella estar en su presente.