Tu mirada.

Un semáforo en rojo y varios coches delante hicieron que sus ojos se encontraran, él la observó largamente y Laura pensó que con él había demasiada gente. El semáforo se puso en verde y la vida siguió su curso.

Laura y sus amigas quedaron para cenar ese viernes y pasar unas horas de tertulia donde las risas siempre sonaban mas que las palabras. Alguien propuso un brindis y al levantar su copa se encontró de nuevo con aquella mirada del semáforo y aunque su impresión fue mayor, de nuevo pensó que estaba demasiado acompañado como para seguir el coqueteo, de modo que dejó su copa en la mesa y sin volverse salió del restaurante con sus amigas, que decidieron dar un paseo por la zona vieja de la ciudad para después tomar unos cafés en una tranquila terraza.

En lo alto del ayuntamiento el reloj hizo sonar las campanadas. Mentalmente las fue contando hasta las doce, le pareció una tontería pero sin motivo alguno se sintió bien. La camarera se acercó a la mesa y le dio un papel doblado en dos, le dijo que un hombre antes de irse le hizo prometer que se lo daría justo después de las doce…

 Laura lo abrió y se encontró con un único pétalo de rosa y una perfecta caligrafía:

 “He visto una tranquila playa nada mas llegar a tu ciudad. Me encantaría saber como suena tu nombre unido al sonido del mar.

Te esperaremos… la rosa y yo, ya que mi hermana y mis sobrinos se han ido a descansar.”