Hace ya tanto.

Llevaba tantos años esperando su regreso que se moría por él.

Su mente jamás había perdido la esperanza pero su cuerpo mortal un día no aguantó más y se mezcló con el mar,  ese mar al que siempre había amado.

La brisa hizo llegar hasta él la noticia de que ella se había gastado de tanto esperar, ¡el corazón del hombre desesperado quiso salir de su pecho e ir a su encuentro!  Era tarde…, y arrepentirse de sus indecisiones no le otorgaban la paz, de modo que sus ojos lloraron y lloraron… ¡tanto que las nubes apiadadas de su dolor se abrieron para permitirle ver a la mujer que tanto quiso en su nuevo estado!  Ella sabiéndose observada se movía orgullosa al son de la brisa, se dejaba ondear y presumida se estrellaba contra el acantilado y volvía sobre sus pasos transformada en ruidosa espuma blanca . 

Discretamente le miraba y comprobaba que aquellos ojos que un día fueron verdes como el mar al que ahora pertenecía, se habían vuelto de color caramelo, tal vez sus lágrimas tardías borraron la funda que cubrían tan deliciosas golosinas. Se apenaba de no poder besarlos y sentir en sus labios el dulce placer de tenerle como tantas otras veces. Aquellas veces…¡ ¡pero de eso hacía ya tantos años!!