El dolor de una vida.

Se odiaron desde el mismo instante que se vieron y hasta el mismo final de la vida mantuvieron sus sentimientos intactos.

La mujer nunca olvidará esa llamada telefónica de hace unos años atrás, cuando en tan solo unos minutos se enteró de que tenia una hermana gemela casada y con una hija de diez años, sin tiempo para asimilarlo la voz del teléfono le notificó que los padres fallecieron en un trágico accidente y la niña estaba grave. Al preguntar como tenían sus datos, la respuesta fue rotunda:

--Señora, su hermana llevaba puesta una medalla con la fotografía de dos bebes, con su nombre y el suyo. También llevaba en el bolso un documento plastificado con todas las indicaciones, para contactar con usted en caso de muerte o accidente grave, asimismo hay el nombre de un notario que seguramente dará respuesta a todas sus dudas.

Tuvo una sensación incomoda al entrar en aquel hospital, tal vez por los engaños de sus padres, la frustración de conocer a su hermana demasiado tarde o el  misterioso motivo  de permanecer en el anonimato.

Después de firmar una docena de papeles en la notaría salió convencida de que su vida se había desbordado y mas con una niña que la veía con recelo. La pequeña apenas podía mirar de frente a esa desconocida que poseía la cara de su madre y el corazón de una amargada que no hacia otra cosa que recordarle que iba a sacrificar su vida por ella.

 Para su tía tampoco era fácil tenerla, era como vivir otra vez su propia infancia, le hacia recordar a su madre dolida y resentida culpándola a ella y al universo de su soledad.

Una voz insistente pronunciaba su nombre mientras le tocaba la frente… ¡y la despertó de la anestesia!  empezó a poner en orden sus recuerdos. Su hermana que había muerto en el parto y su madre no lo superó, la culpó a ella por vivir y jamás se perdonó de ello. Una mañana la encontraron flotando en el río y ella con tan solo diez años se encontró en un mundo muy grande con nadie con quien llorar…

Nunca le había gustado soñar.