Corazón casi perfecto.

Regresaba después de años ausente y con ella sus penas y los mismos sueños: amanecer en sus brazos.

Detuvo su coche a la altura de la vieja casa que la había visto nacer y crecer, la rodeó lentamente viviendo sus recuerdos en cada piedra que la sostenía todavía en pie…  Se detuvo en la puerta, le dolía entrar, pero no soporto permanecer más tiempo en medio del vacío. Giró el picaporte. La puerta se abrió y sus lágrimas resbalaron por sus mejillas, con la visión borrosa y el pasado de frente permaneció de pie en la sala sin fuerzas para seguir y tampoco para retroceder. 

--Alicia, Alicia ¿estas ahí? (La voz procedía de fuera de la casa).

Era su buena amiga Toñi, la que siempre la apoyó y con ella lloró sus penas, la única persona que la comprendió cuando se enamoro del vecino más siniestro de todo el pueblo, le creían un sádico en potencia, pero Alicia solo veía ternura. Toñi era la única del pueblo que no le negó el saludo y además de protegerla la quiso y esa amistad continuaba intacta ahora…, fue ella quien la había llamado para asistir al funeral, no sabia quien se había muerto, Toñi no se lo quiso decir por teléfono.

  Pero ahora necesitaba estar sola y no le contestó, continuó de pie y fue en ese momento que las vio, incrédula las contó…

Nueve alianzas reposaban en la mesa central, formando un corazón casi perfecto, una por cada año que había estado ausente, él se las había prometido y lo había cumplido. Eran para ella… y sería emocionante si cada una de esas alianzas no estuviera en su correspondiente dedo, todos secos, algunos apenas irreconocibles menos el último que rodeado de moscas despedía un fétido olor que sin embargo no desmejoraba nada la gran turquesa que fijamente la miraba…

¡Hoy se cumplirían diez años ya de su marcha! La puerta se abrió de golpe…, y todo se apagó.

Apenas unos minutos después Toñi conseguía la perfección del corazón de turquesas. Siempre había sido muy minuciosa...