Mesa con vistas.

La comida era buena, el ambiente agradable y la compañía físicamente interesante. La conversación era fluida aunque sin mucho interés…, demasiadas vueltas, …ninguna intriga, sin llegar a aburrirme tampoco era que me cautivara; de modo que para llenar el vacío de las palabras vanas me distraía mirando a mi alrededor, analizando al resto de los humanos sin más interés que no fuera pasar el rato….
Interesantes estudios los que estaba llevando a cabo:
vista parcial de jefe de los nervios porque a saber por qué las cosas no marchaban según sus normas, lo que conseguía descifrar desde mi posición era que de un momento a otro le iba a dar un infarto o algo peor…!, mi interés crecía a medida que él se congestionaba cada vez más al tiempo que movía los brazos y daba patadas en el suelo, intentando hacerlo con discreción …, ¡lo mismo se creía que la película que se estaba montando en pleno restaurante podría pasar desapercibida…!, he de decir que no era yo la única que me estaba fijando; en este manojo de curiosos no estaba desde luego mi acompañante…, pues el continuaba contándome algo que parecía muy interesante sobre algo de su trabajo….( creo que era de su trabajo).
Bien sigo indagando…, empleados desquiciados por el estrés producido por las continuas broncas de su jefe saltarín y de color rojo, ¡consecuencia…!, todos tropezaban con todos, todos nerviosos tenían el mismo deseo (¡¡hacer un conjuro o que se realizara un milagro para que su jefe desapareciera ya!!)…
Como nadie sabía hacer conjuros y los milagros se habían gastado el destino puso delante de los exaltados ojos del histérico jefe una criatura perfecta, que perfectamente movía sus encantos entre las mesas para tomar la dirección de la terraza que en ese preciso momento se encontraba cerrada…, ella con la mano en la manilla intentaba inútilmente abrirla…, se volvió…con sus ojos y un gesto pidió ayuda a una estampa de jefe que permanecía clavado en medio del restaurante con los ojos que despedían chispitas y la boca entreabierta…
¡Mirándola…!!.
El empleado más listo que el hambre viendo semejante oportunidad no dudó: ¡¡jefe aquella señorita le está llamando a usted…!!
El jefe arrancó los pies del suelo y su sonrisa se hizo evidente porque “eso precisamente estaba pensando el”…, que la señorita le llamaba a él!!
Se acercó muy tieso y con aire de don Juan (eso sí, pasado de moda), le abrió la puerta y ambos salieron a la terraza…
De vuelta, el empleado cerro con llave y la arrojó por la ventana entre los matorrales…, pues si!! ¡Si que había funcionado el conjuro o los milagros volvían a estar de moda…!