El verano y la música.

Sonaba “un violinista en tu tejado” en el local de al lado, el placer que me produjo hizo que girara la cabeza hacia el lugar de donde la voz de Melendi me hacia flotar en mi nube particular, pues el sonido venia con gratas imagines…, supongo que esperaba encontrarme con mis recuerdos cuando involuntariamente te encontré a ti en el medio, ¡que molesto! ¡No parabas de moverte de un lado para el otro, ni de hablar con tus amigos en tono más bien alto! Me molestabas y no sabes de qué manera…
Intentaba escuchar y no podía… ¡patético ¡… ¡La terraza llena de gente y el único que me molestaba eras tú! Dando mi batalla por perdida decidí centrarme en ti, saber que te hacia mover tanto, no acababa de comprenderlo, porque tus amigos estaban tranquilos y tu no parabas.
…Ya, ya lo sabía, llamar la atención de las féminas…, la terraza llena de chicas y tu tenias que destacar…, que por otro lado tampoco te tenias que esforzar, ¡porque tú mismo sin más eras ya un poema ¡Como decirte que las mallas verdes no estaban de moda, y aunque lo estuvieran en este pueblo no se acostumbra a ir con ellas a tomar cañas! La camisa desabrochada, ¡¡bien!! porque el calor era inmenso, ¡Pero no lucia nada con los pelos del pecho al viento…!, los que no quedaban aplastados por los collares de llevabas puestos.
¡Porque es delito que si no te hubiera tirado la silla a la cabeza! ¡Y pensar que no había podido escuchar la canción de mis sueños por culpa tuya…!
Gire la silla, en dirección a ti, pensándolo bien, eras lo más llamativo que había visto desde que siendo bebe me habían comprado un chupete con purpurina…, de modo que ya era hora de renovar mis brillantes recuerdos.
Llame al camarero, y le pedí la misma bebida que tu tenias, muy sorprendido me dijo que él no podía saber que tomabas pues estabas en la cafetería de al lado…; después de discutir lo de que el cliente siempre tiene la razón, no le quedo otra que ir a preguntarte que bebías pues yo quería lo mismo…
¡¡Que ojazos!! De repente te habían crecido un montón, bueno… y la boca se te había puesto con forma rara…, aunque sexi, pero lo mejor es que por fin te habías parado, sin dejar de mirarme te vi entrar con el camarero y al poco con la bebida en la mano te acercabas…
--Disculpa, pero no sabía que te gustara tanto el agua…
--Y no me gusta, de hecho prefiero el cava, pero veo que he me he equivocado al pedir.
--¡No, para nada!, la equivocación ha sido mía, discúlpame un momento, ahora vuelvo...
Mientras esperaba por ti y al cava al lado sonaba la bella voz de Concha Buika.… ¡y estábamos coincidiendo en todo!, lo mismo que yo ella también estaba “jodida pero contenta”….